Tengo que encontrar tus
calles…
el empedrado con el que tropiezo
es acolchonado, a veces.
Inquieta la rutina que
me miente comodidad en la almohada
cuando no se si bañarme,
lavarme con tus besos
o contemplarte.
Simpática es la risa
de tu engañosa modorra,
de tu cobijo,
ignorante de mi mirada.
Tengo que encontrar tus
calles
para saber dónde
embriagarme,
en qué cordón caerme
y con qué mano
levantarme.
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