24 de julio de 2011

Demasiado Infinita

Era perfume a rosas secas el de su pelo, 
una superficie áspera la de su mano  
y cada uno de sus pasos dejaba una huella en forma de lágrima.

No se si alguno de sus ojos veía sed de su cuerpo, 
si alguno de sus oídos podía oír cómo se resecaba su piel bajo el sol.

Sí se 
que cada uno de sus dedos rozaba mis muslos, con miedo, 
como si no encontrara sostén o se perdiera en el silencio de sus ojos, 
como si las palabras fueran enemigas y mirarme pecar.

Nada de lo que hubiera podido hacer era lo que creía que sentía,
todo dormía entre las mentiras piadosas de su corazón
y descansaba del calor, sometiéndose al frío del aire hiriente.

Recuerdo como se repetía a sí misma que la sangre que corría no era suya 
sino de un alma ajeno con palabras hipócritas fingiendo amor.
Se entretenía jugando con sus miedos y locuras 
mientras, yo la observaba y me preguntaba 
cuando iba a ser el día en que confesara que me temía a mí.

Caricia

La arena brillaba.
Era de diamante triturado por la marea verde y celeste.
Ninguna huella le escribía nada,
ningún viento le robaba su personalidad.

Era todo tan calmo y verdadero
que las nubes se reflejaban aún en su movimiento.
Se reflejaban en la arena y en el mar,
se ponían lindas al pasar.
Un montón de arco iris se veían al llover,
se veían en el mar y en la arena.
El mundo inundado de color y alegría festejaba al atardecer
porque tenía dos soles para disfrutar.

Lentitud

Es de azúcar. Tibia, brillante.
No hay sentido. Es un viaje ondulante y corto,
y sin meta.
Fue de sal y fría. Toda de alguien y por nadie.
Provocada y cabizbaja, caerá.
Tentación suicida.
Baile curvo en curso recto, en fin mediado
se pierde así, entre montañas.
Languidez nocturna, de ojeras matutinas, vespertinas, todas.
Es de azúcar, se sabe así misma, se lame, se pierde en agua,
deshecha descifrada y vuelta a nacer. Clonación perpetua.
Encontrado el fin termina el viaje, cesa el baile.
Peregrina la próxima. Desaparecida la anterior.
Tibieza de historia y sin huella. Timidez.
Oscuros sentidos ocultos, silencios navegantes, humedad que no calma.
Miel en su suavidad que ha marcado la línea por donde correr,
nunca la respeta. Desborda impaciencia, quiere evaporarse
morir en la comisura de los labios.